¡Infinita es la misericordia del Señor!

Agustin Fernandez Buj

Agustin Fernandez Buj

Agustín Fernández Buj, sacerdote de la diócesis de Teruel-Albarracín, ha fallecido dejando un vacío muy grande.Son muchas las generaciones de jóvenes que han recibido su testimonio, sus enseñanzas, su consejo en Acit Joven. Hoy nos hemos quedado un poco más huérfanos.

Agustín fue oferente en el Voto de Covadonga de 2011 por ser un “colaborador incansable con la IT, especialmente en el movimiento Acit Joven desde sus inicios, haciendo presente el apoyo que la Institución recibe de tantas maneras del ministerio sacerdotal.” Estas fueron sus palabras:

Voto de Covadonga

29 de mayo de 2011

Virgen de Covadonga, ruega por nosotros.

Empiezo con el corazón lleno de gozo y de alegría por haberme convocado a estar en este acto, tan significativo, para la Institución Teresiana, en este año de su Centenario.  Me uno al gozo y la alegría del corazón de Lucía Subaldo, de Marina Masquera, – y en su nombre a Mª Eugenia-, de Roberto Jori y Maura Mattei, de Xavier Cortés, de Tat’y Velu, de Mónica Plaza, de Isabel Fernández, de José Luis Osorno y Carmen Gil, que también hoy agradecen sus vidas en la Institución y en las diversos trabajos y realidades de la vida que hoy viven.

¡Infinita es la misericordia del Señor!

Agradezco a Dios que me haya amado desde siempre, y me haya inscrito en el libro de la vida, al haberme admitido a su Iglesia a través del bautismo; de haberme llamado para ser su colaborador por medio del sacramento del Orden y haber conocido y vivido al rebujo de la “idea buena” de San Pedro Poveda.

Agradezco a Dios el sabor dulce y singular de las moras del moral del Colegio de Alfambra, siendo niño, cuando cada sábado su sombra, sus frutos me hacían ir a compartir la Eucaristía, como monaguillo, en el colegio. Sólo recuerdo, los otros recuerdos se han ido con la niñez, a la Señorita Franco, la capilla con poca luz, las moras y los juegos en el patio.

Agradezco a Dios el que en mis años de seminarista, la media hora de oración, a las 7 de la mañana, me servirían de punto de apoyo los pensamientos y oraciones de un librito, que cayó en mis manos y que desconocía al autor. El título era “Meditaciones y Consideraciones de Pedro Poveda Castroverde”. Su lectura y meditación calaba en mi corazón sin prever mi futuro y mi destino. Libro que guardo, con todo cariño, en los anaqueles de mi biblioteca y que abro y medito de vez en cuando.

Agradezco a Dios que en los albores de mi sacerdocio, enviado a dos pueblecitos muy pequeños de la geografía turolense, y que no sabía de su existencia, puso en mi camino al alma y la vida, siempre entregada, de una Teresiana, aquí empalmé con los recuerdos del Colegio de Alfambra, que sólo estaba en mi recuerdo y el libro de marras, que estaba olvidado en el desván. Esa Teresiana me abrió las puertas de su casa, de su familia, de su trabajo y de esta gran Obra. Ella es: Cándida Espinosa. Que la traigo hoy y aquí, bajo el manto de la Virgen de Covadonga, con todo mi cariño, mi recuerdo, mi gratitud y mis deseos de que tenga una feliz ancianidad, bañada, en estos momentos por la enfermedad que nos aparta de toda realidad y de todo contacto humano. “Virgen de Covadonga, te la presento en su debilidad, en su esperanza y en su alegría. Bendícela en estos momentos de enfermedad”. San Pedro Poveda, protégela.

Agradezco a Dios todo el bien y alegría que me han reportado tantos cientos de rostros y de nombres de jóvenes, de animadores, de personas y de lugares que permanecen en mi retina y en el corazón, como son: El Raso, Guadix, Sevilla, Covadonga, Los Negrales, Teruel…y tantos otros donde con nombres de personas que, también están ahora aquí acompañándome y que no puedo nombrar para no dejarme ninguna en el tintero, y que no me perdonaría el olvido, que llenaron de gozo, esperanza, alegrías e ilusiones, mi vida de entrega y servicio. Doy gracias, sobre todo hoy y  aquí, por este recinto,  Covadonga, que tantas horas, tantas charradas, tantas oraciones, tanta vida, tantos proyectos de vida han escuchado sus silencios, sus aguas, sus árboles… y que entre todos han salpicado mi vida de sacerdote. Nombres y rostros que quedan en mi corazón y que ofrezco cada día junto al pan y el vino de la Eucaristía y en el rezo del padrenuestro diario. Nombres y rostros que saben a vidas en plenitud, a corazones entregados a tope y en recuerdo y amistad y que permanecen en las distintos caminos y veredas de esta nuestra tierra. Nombres y rostros que ves crecer, que casas, que bautizas a sus hijos y que hacen sentir el cariño de Dios que se derrama en su amistad. Gracias a Dios por el Movimiento Acit Joven que me ha hecho gozar mi sacerdocio y renovar cada día mi opción por los jóvenes, siempre presentes en la Iglesia. Sin olvidar a la comunidad de la Pascua de los Negrales, Almansa, Málaga… Cristo sigue resucitando allí. Cristo resucitado tiene rostro de joven. ¡Aleluya! Agradecimiento al MIT de Teruel, representado en los rostros de Marimar Solanes e Inmaculada Pache.

Agradezco a Dios haber podido trabajar, aprender, pensar, meditar, desde mi sacerdocio, en esta Obra del Espíritu, proyectada, orada y realizada aquí en Covadonga, a los pies de la Santina, donde tantas y tantas mañanas he estado mirando, contemplando y amando a María Santísima, esta Obra que es la Institución Teresiana.

Agradezco a Dios esta posibilidad de compartir con todos vosotros y vosotras este día tan significativo para la Institución Teresiana, como es el Voto  de Covadonga y que hoy vivo con intensidad, con enorme alegría y agradecimiento a Loreto Ballester y su Consejo de Gobierno. A Acit Joven por su entrañable recuerdo y a todos los miembros de la Institución. Agradezco a Dios que mis Obispos me hayan permitido compartir, toda esta vida, con la Institución Teresiana

Y queda la segunda parte.

Todo lo puedo en aquel que me conforta

Si es momento de abrir el corazón y de decir alguna impertinencia, como diría San Pablo, manifiesto, con todo humildad, que he robado la música y la letra de estas dos canciones: Yo solo fui un instrumento… y Padre me pongo en tu regazo…que han sido las que, día a día, en mi oración personal, he tenido en mi boca y he musitado, malamante, en su melodía, y que llevo en mi cartera como imagen y recuerdo de mi compromiso. Pido perdón a sus autoras, pero ¡qué bien me han hecho! y qué ¡bien me resuenan cuando las cantamos todos! Gracias a las autoras.

Me comprometo a seguir viviendo este carisma eclesial poniendo, mi corazón y mi vida en hacerlo crecer, solicitando para ello la ayuda de San Pedro Poveda, de la Beata Victoria Díez y de la Venerable Josefa Segovia.

Pongo a los pies de la Virgen María, en la advocación de la Virgen de Covadonga, más conocida como la Santina, a todos y cada uno de los miembros de la Institución Teresiana que caminan  con gozo y alegría, en estos momentos de la historia, para que hagan realidad, cada día, el amor de los primeros cristianos y el cariño a la Madre y siempre Virgen María.

Mientras tengamos tiempo hagamos el bien

Muchas gracias.

Agustín Fernández Buj