Voto de Covadonga 2011

Mónica Plaza

AJ en el Voto de Covadonga

El Voto de Covadonga es la promesa que la Institución hace ante la Santina cada año, desde 1934, por solicitud de Pedro Poveda. Este año ha sido realizada por once oferentes que “de modos diversos viven esta vocación y encarnan su misión y espiritualidad; personas provenientes de distintos contextos y que realizan o apoyan la misión de la Institución en campos y modos diferentes.(…) El Voto de Covadonga del año 2011, tiene un significado especial, es el Voto del Año Centenario de la Institución Teresiana”,  según ha expresado Loreto Ballester, Directora General.

Una de las oferentes ha sido Mónica Plaza, militante y Representante Nacional de Acit Joven, quien hacía presente la realidad de los movimientos de jóvenes en los distintos países y el compromiso de estos jóvenes en la formación y animación de otros.

Mónica Plaza expresó con las siguientes palabras lo que el trabajo con jóvenes significa para los propios adolescentes y jóvenes y para la Institución Teresiana:

Voto de Covadonga

29 de mayo de 2011

Es para mí un honor y un placer encontrarme hoy aquí, en Covadonga, en este lugar tan cargado de significado y en este año de gozo y celebración, frente a muchos de los que formamos parte, de uno u otro modo, de esta gran familia que es la Institución Teresiana.

Agradezco esta invitación, pues es un regalo poder traer ante la Santina la realidad de tantos jóvenes que han encontrado en la idea de Poveda el estilo y el modo de ser, hoy, jóvenes creyentes comprometidos con el mundo. Me siento profundamente agradecida por esta oportunidad de representar y ofrecer, esta, nuestra realidad, sabiendo que es Pedro Poveda quien nos convoca.
 
Quisiera hacer presentes en este momento a todos los jóvenes de los distintos movimientos, grupos y asociaciones de la Institución Teresiana que, repartidos por el mundo, viven y son partícipes también de la Obra buena de Poveda. Los jóvenes de It Youth (Filipinas), MIT Giovani (Italia), MIT Joven (República Dominicana), Acit Joven (España) y todos aquellos grupos y jóvenes, que sin tener una estructura y organización formal, participan y colaboran de la misión de la Institución Teresiana en otros países.
 
Cuando pienso en el sentido de la existencia de los Movimientos Juveniles en la Institución Teresiana, me viene a la cabeza y al corazón toda mi historia en Acit Joven y lo mucho que el Movimiento me ha ayudado en mi crecimiento personal y en la fe. Que exista un espacio donde eso sea posible, donde los jóvenes podamos encontrarnos con Jesús, es ya un don valiosísimo. Un espacio abierto donde conocer, escuchar, compartir, crecer, dejarse interpelar, convocar, cuidar y, en definitiva, vivir.
 
A través de los itinerarios de crecimiento y maduración que ofrecen los Movimientos, aprendemos a desarrollar dimensiones esenciales de nuestra persona, ahondando en lo que cada uno y cada una es. Aunque el momento y la sociedad actual parecen ir en contra, nos iniciamos en el camino de profundizar en nosotros mismos, buscándonos, reconociendo al otro y buscando al mismo tiempo la vocación de Dios que late en lo profundo de nuestro ser.
 
En Acit Joven se escucha, se trabaja, se vive con cada uno, respetando y cuidando su momento y su proceso. Ésta ha sido mi experiencia, e imagino que también la experiencia de tantos otros jóvenes de éste u otros movimientos, que como yo, se han sentido acompañados, cuidados y queridos.  Lo veo también en otros y otras más jóvenes, cuando dejan de decir “voy al grupo”, “tengo grupo”… para expresar “soy de este grupo”, “este es mi grupo, nuestro grupo”. Es un pequeño paso en el camino de llegar a sentirse comunidad, como los primeros cristianos.
 
Creo firmemente que nuestras ilusiones y nuestros interrogantes deben interpelar al conjunto de la Institución Teresiana, que  al ofrecernos espacios de acompañamiento y formación en los que crecer, no solo se une a nuestras búsquedas, sino que se compromete con ellas. Esta búsqueda compartida de respuestas, la colaboración mutua, es generadora de vida, de nuevos horizontes y  de nuevas miradas a la realidad de hoy. Desde ella y junto a ella vivimos de cerca la misión, adaptándonos a los retos que supone el entramado de  los nuevos tiempos.
 
Conforme vamos haciendo camino y el sentido de pertenencia al Movimiento se fortalece y enraíza, empezamos a comprender todo lo que el carisma de la Institución Teresiana nos aporta, y tomamos conciencia de que el ideal de Poveda es también para nosotros un horizonte real al que aspirar.
 
Nuestra forma de organizarnos y de relacionarnos nos aporta y entrena en herramientas útiles para enfrentarnos a la vida: diálogo, capacidad de organización, trabajo en equipo, construcción de pensamiento, inquietud pedagógica, capacidad de comprometerse… Formación muy valiosa, teniendo en cuenta que la mayoría de jóvenes vivimos inmersos en una rutina de compromisos a corto plazo.
 
Es cierto que los Movimientos juveniles son de los jóvenes, pero a nuestro lado, trabajando duro, dedicando tiempo y poniendo ilusión, colaborando en generar toda esa vida, están los animadores y animadoras. Personas con quienes compartimos este proceso y son nuestros referentes: que viven y están a nuestro lado por el camino que hemos escogido, interpelándonos, acompañándonos… Personas que educan, que nos ayudan a contrastar la vida, que nos enseñan a pensar, a rezar, a compartir, a amar… Instrumentos de Dios que actúan a través del cariño, la paciencia y la comprensión.
 
Todo esto va generando un compromiso que nace de “querer dar gratis lo que gratis se ha recibido”. Es entonces cuando comenzamos a asumir responsabilidades, nos comprometemos con la animación y la formación de los más pequeños y las más pequeñas… y comenzamos a ser gestores. Comprendemos que podemos, y también debemos, ser instrumentos para los más jóvenes. Con mucha alegría, pese al esfuerzo y renuncia que a veces supone, nos damos cuenta de que este estilo que nos propusieron es ya nuestro estilo, y no queremos desprendernos de él.
 
En la Institución Teresiana he aprendido que el servicio, la entrega (de tiempo, de energía, de ternura…) son dones regalados que no pueden quedarse en uno mismo, en una misma; porque la llamada a ser sal y luz es una llamada a la gratuidad que nace del Amor de Dios.
 
El mundo necesita jóvenes valientes, formados y comprometidos, que miren la vida en clave de transformación, haciendo de su vocación su servicio y de su trabajo su aportación a una nueva realidad, más justa y más humana. Por esto, la Institución Teresiana tiene una responsabilidad especial en la formación y acompañamiento de estos jóvenes, alentando así su compromiso con Jesús en la construcción del Reino de Dios. Muchas gracias.

Mónica Plaza Camps

Agustín Fernández Buj, sacerdote de la diócesis de Teruel-Albarracín también fue oferente: "colaborador incansable con la IT, especialmente en el movimiento ACIT Joven desde sus inicios, hace presente el apoyo que la Institución recibe de tantas maneras del ministerio sacerdotal." Estas fueron sus palabras:

Voto de Covadonga

29 de mayo de 2011

Virgen de Covadonga, ruega por nosotros.

Empiezo con el corazón lleno de gozo y de alegría por haberme convocado a estar en este acto, tan significativo, para la Institución Teresiana, en este año de su Centenario.  Me uno al gozo y la alegría del corazón de Lucía Subaldo, de Marina Masquera, – y en su nombre a Mª Eugenia-, de Roberto Jori y Maura Mattei, de Xavier Cortés, de Tat'y Velu, de Mónica Plaza, de Isabel Fernández, de José Luis Osorno y Carmen Gil, que también hoy agradecen sus vidas en la Institución y en las diversos trabajos y realidades de la vida que hoy viven.

¡Infinita es la misericordia del Señor!

Agradezco a Dios que me haya amado desde siempre, y me haya inscrito en el libro de la vida, al haberme admitido a su Iglesia a través del bautismo; de haberme llamado para ser su colaborador por medio del sacramento del Orden y haber conocido y vivido al rebujo de la “idea buena” de San Pedro Poveda.

Agradezco a Dios el sabor dulce y singular de las moras del moral del Colegio de Alfambra, siendo niño, cuando cada sábado su sombra, sus frutos me hacían ir a compartir la Eucaristía, como monaguillo, en el colegio. Sólo recuerdo, los otros recuerdos se han ido con la niñez, a la Señorita Franco, la capilla con poca luz, las moras y los juegos en el patio.

Agradezco a Dios el que en mis años de seminarista, la media hora de oración, a las 7 de la mañana, me servirían de punto de apoyo los pensamientos y oraciones de un librito, que cayó en mis manos y que desconocía al autor. El título era “Meditaciones y Consideraciones de Pedro Poveda Castroverde”. Su lectura y meditación calaba en mi corazón sin prever mi futuro y mi destino. Libro que guardo, con todo cariño, en los anaqueles de mi biblioteca y que abro y medito de vez en cuando.

Agradezco a Dios que en los albores de mi sacerdocio, enviado a dos pueblecitos muy pequeños de la geografía turolense, y que no sabía de su existencia, puso en mi camino al alma y la vida, siempre entregada, de una Teresiana, aquí empalmé con los recuerdos del Colegio de Alfambra, que sólo estaba en mi recuerdo y el libro de marras, que estaba olvidado en el desván. Esa Teresiana me abrió las puertas de su casa, de su familia, de su trabajo y de esta gran Obra. Ella es: Cándida Espinosa. Que la traigo hoy y aquí, bajo el manto de la Virgen de Covadonga, con todo mi cariño, mi recuerdo, mi gratitud y mis deseos de que tenga una feliz ancianidad, bañada, en estos momentos por la enfermedad que nos aparta de toda realidad y de todo contacto humano. “Virgen de Covadonga, te la presento en su debilidad, en su esperanza y en su alegría. Bendícela en estos momentos de enfermedad”. San Pedro Poveda, protégela.

Agradezco a Dios todo el bien y alegría que me han reportado tantos cientos de rostros y de nombres de jóvenes, de animadores, de personas y de lugares que permanecen en mi retina y en el corazón, como son: El Raso, Guadix, Sevilla, Covadonga, Los Negrales, Teruel…y tantos otros donde con nombres de personas que, también están ahora aquí acompañándome y que no puedo nombrar para no dejarme ninguna en el tintero, y que no me perdonaría el olvido, que llenaron de gozo, esperanza, alegrías e ilusiones, mi vida de entrega y servicio. Doy gracias, sobre todo hoy y  aquí, por este recinto,  Covadonga, que tantas horas, tantas charradas, tantas oraciones, tanta vida, tantos proyectos de vida han escuchado sus silencios, sus aguas, sus árboles… y que entre todos han salpicado mi vida de sacerdote. Nombres y rostros que quedan en mi corazón y que ofrezco cada día junto al pan y el vino de la Eucaristía y en el rezo del padrenuestro diario. Nombres y rostros que saben a vidas en plenitud, a corazones entregados a tope y en recuerdo y amistad y que permanecen en las distintos caminos y veredas de esta nuestra tierra. Nombres y rostros que ves crecer, que casas, que bautizas a sus hijos y que hacen sentir el cariño de Dios que se derrama en su amistad. Gracias a Dios por el Movimiento Acit Joven que me ha hecho gozar mi sacerdocio y renovar cada día mi opción por los jóvenes, siempre presentes en la Iglesia. Sin olvidar a la comunidad de la Pascua de los Negrales, Almansa, Málaga… Cristo sigue resucitando allí. Cristo resucitado tiene rostro de joven. ¡Aleluya! Agradecimiento al MIT de Teruel, representado en los rostros de Marimar Solanes e Inmaculada Pache.

Agradezco a Dios haber podido trabajar, aprender, pensar, meditar, desde mi sacerdocio, en esta Obra del Espíritu, proyectada, orada y realizada aquí en Covadonga, a los pies de la Santina, donde tantas y tantas mañanas he estado mirando, contemplando y amando a María Santísima, esta Obra que es la Institución Teresiana.

Agradezco a Dios esta posibilidad de compartir con todos vosotros y vosotras este día tan significativo para la Institución Teresiana, como es el Voto  de Covadonga y que hoy vivo con intensidad, con enorme alegría y agradecimiento a Loreto Ballester y su Consejo de Gobierno. A Acit Joven por su entrañable recuerdo y a todos los miembros de la Institución. Agradezco a Dios que mis Obispos me hayan permitido compartir, toda esta vida, con la Institución Teresiana

Y queda la segunda parte.
 
Todo lo puedo en aquel que me conforta

Si es momento de abrir el corazón y de decir alguna impertinencia, como diría San Pablo, manifiesto, con todo humildad, que he robado la música y la letra de estas dos canciones: Yo solo fui un instrumento… y Padre me pongo en tu regazo…que han sido las que, día a día, en mi oración personal, he tenido en mi boca y he musitado, malamante, en su melodía, y que llevo en mi cartera como imagen y recuerdo de mi compromiso. Pido perdón a sus autoras, pero ¡qué bien me han hecho! y qué ¡bien me resuenan cuando las cantamos todos! Gracias a las autoras.

Me comprometo a seguir viviendo este carisma eclesial poniendo, mi corazón y mi vida en hacerlo crecer, solicitando para ello la ayuda de San Pedro Poveda, de la Beata Victoria Díez y de la Venerable Josefa Segovia.

Pongo a los pies de la Virgen María, en la advocación de la Virgen de Covadonga, más conocida como la Santina, a todos y cada uno de los miembros de la Institución Teresiana que caminan  con gozo y alegría, en estos momentos de la historia, para que hagan realidad, cada día, el amor de los primeros cristianos y el cariño a la Madre y siempre Virgen María.

Mientras tengamos tiempo hagamos el bien

Muchas gracias.

Agustín Fernández Buj

 

Puedes leer más sobre el Voto en la página web de la Institución Teresiana.